EL DUELO Y SUS FASES

13 de junio de 2012

¿QUÉ ES EL DUELO? LA REACCIÓN PSICOFISIOLÓGICA ANTE LA MUERTE DE ALGUIEN CERCANO
Es una reacción natural ante la pérdida de un ser querido que formaba parte de su vida y que puede ser una persona o un animal. Se manifiesta a diferentes niveles: psicológico, conductual y fisiológico. Es un proceso a lo largo del tiempo con una duración aproximada de un año, tiempo en el cual la persona necesita expresar las emociones. Puede tener efectos positivos, de crecimiento personal si se elabora adecuadamente, pero si pasado este tiempo sigue sintiéndose mal, deprimido por esa causa, entonces podemos afirmar que ese duelo no se ha resuelto. Si la vinculación o la relación con el fallecido es más fuerte, también la reacción emocional lo será y dependerá del papel que cumplía en su vida, que puede ser el hecho de que le proporcionaba cierta seguridad y protección, con lo cual la pérdida es más dolorosa.
¿TODOS LOS DUELOS SON IGUALES O HAY DISTINTOS TIPOS DE DUELO?
No todos los duelos son iguales. Teniendo en cuenta que el duelo es un conjunto de emociones procedentes de una pérdida de alguien significativo hay diferentes tipos de duelo en función de la situación que llevó a la separación. Dicha pérdida puede ser por muerte o bien por  separación. La  separación puede ser voluntaria por una de las partes lo cual sería un abandono o bien involuntaria por ambas partes como puede ser debido a una guerra o catástrofe en la que las dos partes pierden el contacto durante años o bien una de ellas está ilocalizable y se la da por perdida o por muerta pero no aparece el cadáver.
Aunque en todos los casos, sea por muerte o por separación hay que tener en cuenta las características individuales de cada caso. No es lo mismo un duelo por muerte que uno por  separación cuando una pareja  se divorcia de mutuo acuerdo que otro en el que a una esposa le desaparece el marido en la guerra. A la última le costará más porque no está  segura de si el otro volverá o no, si está muerto o vivo…
Nos encontramos también con personas que presentan problemas psicológicos debido a un duelo no resuelto por abandono, sobretodo cuando eran pequeños y fueron abandonados por los padres.
¿CUÁLES SON LAS FASES DEL DUELO?
El duelo tiene cinco fases diferenciadas.
Una primera fase es la de sorpresa, estupefacción o choque, acompañada de cierta incredulidad por el suceso, sobre todo si es repentino. Uno se dice a sí mismo: “no puede ser”, “no me lo puedo creer”, “esto debe ser un sueño”. Aunque se haya visto al fallecido es inevitable sentirse así y lo que se hace es recordar la última vez que se le vió vivo, lo que se habló o no con él o ella.
Entonces aquí se entra en la siguiente fase, donde la persona siente una gran tristeza o dolor intenso, puesto que es una pérdida real. El lloro servirá para expresar esa emoción de forma externa y positiva, pues de lo contrario quedará anclada en su interior y será mucho más difícil de superar.
Casi al mismo tiempo surge la negación de la muerte, donde  se dice a sí mismo: no es verdad, tiene que volver, y es muy frecuente que se sueñe con el fallecido en situaciones normales vividas anteriormente. Parece como una necesidad de vinculación con la persona, como un intento de que siga aún formando parte de su vida, y como a nivel consciente se sabe que ya no está, a nivel inconsciente queda el deseo que no se puede cumplir.
La siguiente fase es la de culpa y enfado por lo ocurrido. La culpa hacia uno mismo es muy común. El pensar en una discusión que tuvieron, que pudo haberlo alterado, o incluso el no haberse percatado de algo que podría haberle servido de ayuda. Se comienzan a revivir momentos pasados en los que se repasa lo que se hizo o no se hizo junto a esa persona, y muchas veces surge el reproche por no haber dicho o hecho cosas que hubiese deseado y que se dejaron para más adelante, sin pensar por supuesto que no tendría ya más ocasión para realizarlas.
Como consecuencia de esto se pasa por una fase de depresión y sentimiento de soledad, una sensación de vacío que ya no se podrá cubrir. Esto es normal sobre todo si la persona formaba parte de su vida diaria, y lo que queda es volver a estructurar su entorno haciendo consciente que ya no está. Aquí los objetos y las pertenencias del fallecido cobran una gran importancia, las fotos, la ropa y los objetos que utilizaba diariamente. Parece que en este momento sienta la necesidad de agarrarse a algo real, tangible, que pueda recordar a esa persona, con la finalidad de prolongar la unión que existía. Este período finaliza cuando se despoja de aquellas cosas que ya no utilizará, como la ropa, por ejemplo, que normalmente es repartida, donada o tirada, según los casos. Frecuentemente existe la necesidad de quedarse con algo que pertenecía en vida al ya difunto por el valor sentimental que posee, y esto no es malo, porque recordarlo con cariño y ternura es incluso beneficioso, pues le prepara para la última fase, la aceptación y reestructuración de su vida. Esto significa que se asume que la vida propia sigue y que a partir de ahora será diferente, puesto que aquel o aquella que significaba tanto para nosotros ya no estará en los momentos importantes.
¿POR QUÉ A VECES NO SE RESUELVE EL DUELO?
Cuando un proceso de duelo no se resuelve de forma satisfactoria puede dar lugar a trastornos psicológicos como crisis de ansiedad, depresiones, etc…
Hemos de recordar que el duelo es un proceso necesario para elaborar la pérdida de ese alguien significativo pero cuando la pérdida es muy traumática, hay sentimientos de culpa o bien las circunstancias de la muerte o la separación no quedaron del todo asumidas por la persona puede quedar sin resolver. Por ejemplo en el caso anterior en que no se ha podido enterrar el cadáver o cuando alguien desaparece sin dar explicaciones, al otro le queda un vacío muy difícil de resolver.
El duelo por muerte suele complicarse más en las situaciones siguientes:
1. Cuando se idealiza al difunto y se quita importancia a lo que queda.
2. Cuando esta muerte se relaciona con otra situación de pérdida del pasado no elaborada. (p. ej.: abandono de los padres).
3. Cuando la persona se considera, de alguna manera, responsable de la muerte (p.ej: cuando un niño es atropellado por un coche la madre se culpa por no haber tenido más cuidado).
En la muerte de un ser querido hay una serie de pasos importantes para elaborar el duelo y, que según las circunstancias, la persona se salta alguna:
En primer lugar hay un proceso de acompañamiento en la muerte (por ejemplo en el hospital. A veces los niños no pueden asistir porque sus padres están en la UVI y se saltan este paso).
Después vendría la resolución de situaciones abiertas con la persona que se marcha (a veces se le pide disculpas por cosas, se expresa el cariño, la pena por su marcha, etc), luego viene la despedida acompañada de expresión de emociones.
Para terminar viene el ritual del velatorio y el entierro. El velatorio es un ritual que se está perdiendo porque ahora en los tanatorios de los hospitales no permiten velar toda la noche. Antes este ritual tenía como función psicológica la unión de la familia para  llorar la pérdida, hablar del difunto y consolarse entre ellos preparando así el camino de la despedida del día siguiente en que sería enterrado. El entierro es también un ritual de despedida que no conviene saltarse puesto que es el último adiós. Todas las culturas tienen rituales de despedida de los muertos lo cual deja entrever lo importante que es este paso para las personas y la salud psicológica.
Tras el entierro de nuevo ha de reestructurarse la familia sin el difunto, se reparten sus objetos personales, la ropa, etc… A veces hay personas que les gusta quedarse con un recuerdo, algún objeto o una foto para recordarlo.
El duelo puede complicarse cuando, por las circunstancias que sean, muchos de estos pasos no se han podido vivir (ej.: No se pudo acudir al entierro o bien pasar solo la noche de la muerte, sin apoyo de nadie).
Esto nos puede hacer reflexionar sobre la importancia de la muerte en todas las culturas y de los rituales que la rodean y cómo el huir de ellos (p.ej. no acudiendo al entierro) puede ser aún más perjudicial.

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