TRASTORNOS DE ANSIEDAD EN LOS NIÑOS

2 de mayo de 2013

1. ¿CÓMO SABEMOS QUE UN NIÑO O NIÑA TIENE UN PROBLEMA DE ANSIEDAD?

En otro post hablamos de  los trastornos de ansiedad en los adultos, y las mismas características que veíamos entonces se pueden aplicar también a los niños, pero con unas diferencias debidas a la edad y el tipo de entorno que está viviendo. En este sentido diremos que tiene en común con el adulto el hecho de que existe algo que se considera amenazante, y el organismo reacciona provocando cambios importantes en el cuerpo para prepararlo ante esa amenaza y poder o bien atacar o bien huir. Pero, como ya dijimos en aquel programa, hay una diferencia entre el miedo ante una situación real de peligro (poníamos el ejemplo del toro que se nos acerca) y el miedo ante algo que no resulta claramente amenazante, no hay unas señales claras de que realmente sea una situación peligrosa. Pero el organismo y el cerebro no entiende esta distinción y reacciona de la misma forma en los dos casos; es por esto que ante un peligro real el cuerpo descarga esa tensión acumulada una vez ha pasado ese peligro, pero no ocurre así en la ansiedad, pues no hay ocasión de descarga fisiológica, ya que no podremos ni correr ni atacar.
Las diferencias entre adulto y niño están en los tipos que encontramos en uno y otro caso.
2. SABEMOS QUE EXISTEN MIEDOS CONSIDERADOS “NORMALES” EN LAS DIFERENTES EDADES DE LOS NIÑOS, ENTONCES, ¿CÓMO SABREMOS QUE SE TRATA DE ESE MIEDO NORMAL O BIEN ES UN PROBLEMA DE ANSIEDAD?
Esos miedos “normales” o innatos en los niños se pueden clasificar en 5 categorías:
  • Miedo a los estímulos intensos, como ruidos o dolores.
  • Miedo a los estímulos desconocidos, como el temor a las personas extrañas.
  • Miedo a la ausencia de estímulos, como la oscuridad.
  • Miedo a estímulos que han sido potencialmente peligrosos para la especie humana en el transcurso del tiempo, como la separación, las alturas, las serpientes u otros animales.
  • Miedo a las interacciones sociales con desconocidos.
Por edades los miedos son diferentes:
  • Así, el niño de 0-1 años suele responder con llanto a los estímulos intensos y desconocidos y cuando cree que se encuentra desamparado. Este lloro alerta a la madre de un peligro para el bebé.
  • De 2 a 4 años aparece el temor a los animales. De 4 a 6 años surge el temor a la oscuridad, a las catástrofes y a los seres imaginarios como brujas o fantasmas, así como el contagio que nosotros llamamos emocional de ese miedo que experimentan otras personas y el niño percibe, y también la preocupación por la desaprobación social.
  • A medida que crece y se desarrolla la capacidad de recordar el pasado y también de prever el futuro sus miedos se van formulando más en términos de peligros imaginarios o bien en términos de desgracias que no le atañen inmediatamente, pero que le pueden afectar en el futuro. Así, entre los 6 y 9 años pueden aparecer temores al daño físico o al ridículo por la ausencia de habilidades escolares y deportivas.
  • De 9 a 12 años pueden experimentar miedo a la posibilidad de catástrofes, incendios o accidentes, a contraer enfermedades graves o incluso a conflictos graves entre los padres, al mal rendimiento escolar o en ambientes de violencia familiar el miedo a palizas o broncas.
  • De los 12 a los 18 años tienden a surgir temores más relacionados con la autoestima personal, como la capacidad intelectual, el aspecto físico, el temor al fracaso, etc., y también los que tienen que ver con las relaciones interpersonales.
En resumen, podemos decir que a nivel evolutivo las conductas de temor tienden a disminuir desde la 1ª infancia a la adolescencia. Esto es debido al desarrollo de nuevas capacidades cognitivas y motrices y también a las diferentes experiencias de aprendizaje, que ofrecen nuevas estrategias para afrontar las diferentes situaciones que se va encontrando.
3. ¿CUÁNDO ESOS MIEDOS INFANTILES DEJAN DE SER TRANSITORIOS Y SE CONVIERTEN EN FOBIAS, EN ANSIEDAD?
  • Cuando son desproporcionados a la situación que ha desencadenado esa respuesta de miedo y están relacionados además con estímulos que objetivamente no son peligrosos.
  • Cuando no se pueden eliminar de forma racional.
  • Cuando no puede controlarlos.
  • Cuando no son específicas de una edad determinada.
  • Cuando son de larga duración.
  • Y cuando interfieren de forma considerable en su vida cotidiana.
Estas fobias suelen aparecer con más frecuencia entre los 4 y 8 años.
4. ¿QUÉ TIPOS DE PROBLEMAS DE ANSIEDAD ENCONTRAMOS EN LA INFANCIA?
Existen 3 tipos: los trastornos fóbicos, que tratará de evitar, y estos son las fobias específicas, la fobia escolar y los trastornos de evitación; los segundos son los de ansiedad que no presentan esa evitación, como la ansiedad de separación y la ansiedad excesiva, y el tercero es el trastorno obsesivo-compulsivo.
5. ¿QUÉ SON LAS FOBIAS ESPECÍFICAS?
Son miedos a cosas concretas, como por ejemplo a animales, a la oscuridad y a dormir solo. Puede interferir de forma considerable en su vida cotidiana. Si hay miedo a la oscuridad habrá también una fuerte ansiedad por la noche al ir a la cama y rabietas o negativas a dormir fuera de casa (con familiares o amigos). Si tiene miedo a los perros seguramente utilizará caminos más largos o rodeos innecesarios para llegar a casa o al colegio.
6. ¿CÓMO SE PRESENTA LA FOBIA ESCOLAR?
El niño rechaza ir al colegio, tiende a ocurrir entre los 3-4 años y entre los 11-12 años y también cuando existen cambios de escuela o de ciclo. Se presenta en forma de quejas más o menos vagas, como por ejemplo que el profesor es antipático, que los niños no quieren jugar con él… Puede comenzar a la vuelta de las vacaciones, el primer día de clase después de una enfermedad, en un cambio de escuela o clase, los lunes,… y puede evolucionar hacia una negativa rotunda a acudir. A veces incluso puede haber un rechazo a todo lo que sucede antes de encaminarse al colegio, como levantarse de la cama, lavarse, vestirse,…
7. ¿HAY SÍNTOMAS FÍSICOS?
Sí los ha, son los típicos de la ansiedad, como taquicardia, trastornos del sueño, pérdida de apetito, palidez, náuseas y vómitos, dolor abdominal, diarreas, dolor de cabeza,… y suele ir acompañado de ciertos pensamientos sobre cosas negativas que pueden ocurrir, como ser castigado por los profesores, ser ridiculizado por los compañeros, no ser lo suficientemente inteligente,…
El resultado de todo esto es evitar ir, y si es forzado, huir del colegio o presentar una conducta de inhibición en las clases. Todo esto se puede agravar o puede ser consecuencia de que los mismos padres presenten ansiedad o depresión, en el sentido de que el niño no podrá aprender estrategias adecuadas para afrontar ciertas situaciones.
8. ¿Y ESTO NO ES LO MISMO QUE UN TRASTORNO DE EVITACIÓN?, PORQUE AQUÍ EVITA SITUACIONES.
Las evita, sí, pero es diferente. En la fobia escolar evita ir al colegio y todo lo que conlleva ese hecho, pero el trastorno de evitación es más amplio, evita de forma excesiva el contacto con personas desconocidas durante un período superior a los 6 meses y además interfiere en las relaciones sociales con los compañeros. Se diagnostica a partir de los 2 años y medio y se trata de niños inseguros, tímidos, con poca confianza en sí mismos y con poca capacidad para decir lo que realmente quieren decir o hacer lo que realmente quieren hacer.
Si persiste durante el tiempo tendrán dificultades para aprender las habilidades sociales necesarias para adaptarse al ambiente, que cambia con frecuencia a estas edades.
9. ¿Y LA ANSIEDAD POR SEPARACIÓN, QUÉ ES?
Se refiere a una ansiedad desproporcionada que el niño/a experimenta cuando se separa de sus seres queridos, especialmente de la madre. Es un sistema de protección en los primeros meses y años de vida, pero más tarde se suple por la aparición de temores específicos. Puede aparecer cuando se aleja de los padres (al ir al colegio o a una excursión) o cuando son los padres los que se separan de él o ella (un viaje, por ejemplo).
Lo que se observa es la imposibilidad de la madre de separarse del hijo incluso a pocos metros o por escasos momentos. Los más pequeños tienden a experimentarlo ante la ausencia real de los padres y los más mayores pueden experimentarlo incluso con antelación, por ejemplo al planificar un viaje de los padres.
Este problema hay que distinguirlo del de la fobia escolar, pues cuando el niño no quiere separarse de la madre puede ser que sólo ocurra al ir al colegio y no en otros contextos, en cambio la ansiedad de separación se manifiesta en cualquier tipo de separación (escuela, excursiones, colonias,…). Se sabrá si es este problema cuando expresa miedos evidentes de separarse de la madre o de que le ocurra a ésta algo cuando el niño no esté presente.
10. ¿Y LA ANSIEDAD EXCESIVA?
Es la presencia de ansiedad persistente y generalizada en situaciones diferentes y diversas, y viene acompañada de tensión y preocupación por hacer o haber hecho las cosas bien, por el rendimiento escolar, por la opinión de los demás, por las relaciones sociales, el funcionamiento deportivo, el temor a accidentes, etc. A nivel corporal hay inquietud psicomotriz (presenta tics, se muerde las uñas,…), también problemas gastrointestinales o trastornos del sueño.
11. ¿ QUÉ SIGNIFICA TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO?
Son pensamientos ilógicos desagradables que se repiten una y otra vez sin que pueda controlarlos, y van acompañados de conductas repetitivas sin sentido, pero que consiguen suprimir o reducir la ansiedad que producen esos pensamientos.
Esas conductas repetitivas son lo que llamamos rituales, y hay que distinguirlos de los rituales normales que se dan a estas edades, como hacer las mismas cosas siempre antes de ir a dormir, o andar a la pata coja, o contar los escalones o determinados números de forma supersticiosa,… o cuando están en épocas de exámenes o en situaciones de estrés llevar amuletos de la buena suerte.
Esos rituales o compulsiones pueden tenerle ocupado durante más de 2 horas diarias e implican habitualmente a los padres y hermanos para que también los hagan (por ejemplo lavarse las manos, rezar, relatar cuentos, mantener un orden determinado, comprobar cosas,…). Generalmente los padres acceden, incluso ante exigencias malhumoradas par parte del niño y en un ambiente de continua tensión, pues así reducirán de forma momentánea el nivel de malestar del hijo.
Normalmente pasa desapercibido el problema en otros ámbitos (escuela, relaciones con amigos) y se manifiesta de forma dramática en casa.
12. QUÉ PODEMOS HACER PARA REDUCIR ESA ANSIEDAD O ELIMINARLA DE FORMA ADECUADA?
Primero debemos saber la causa que provocó o está provocando ese aumento excesivo de la ansiedad, sea el tipo que sea. Los factores más predisponentes son situaciones de estrés como divorcio de los padres, hospitalización de la madre o del niño, cambio de residencia,… en los períodos críticos de la infancia, o bien (o conjuntamente) el estilo educativo de los padres, y aquí es importante tener en cuenta si uno de ellos presenta también ansiedad, ya que el niño la percibirá y puede aprenderla, o si existe sobreprotección de los padres hacia los hijos.  Evidentemente que diciendo esto no estamos culpando a los padres, que nunca les enseñaron cómo educar a sus hijos, lo hacen lo mejor que pueden. De lo que se trata es de indagar qué tipo de comportamiento se da en casa y si es o no adecuando en este caso particular, ya que en otro puede ser que no influya para nada.
Desde la terapia cognitiva que nosotras trabajamos donde más se incide es en el tipo de pensamientos que tiene el niño o niña y que vendrán provocados por la situación que los creó, y por supuesto el entorno familiar. Es importante saber qué opinión tienen los padres y hermanos y a partir de ahí comenzar un tratamiento dirigido a cambiar esas conductas incidiendo en el tipo de pensamientos. Imprescindible la colaboración de la familia, que serán los que ayudarán a superar poco a poco la angustia que siente ese miembro en su vida cotidiana. Muchas veces se tratará más que nada de cambios a nivel educativo y de comportamiento de los padres y hermanos hacia el niño que presenta el problema.
Por ejemplo, si la causa del trastorno ha sido posiblemente un cambio de domicilio el niño puede tener problemas de adaptación y miedo a que le rechacen en su nuevo ambiente; si hay un comportamiento sobreprotector en casa, para que el niño no sufra posiblemente dejarán que no tenga mucho contacto con otros niños o que a veces no vaya a la escuela porque lo pasa muy mal, pero de esta forma le estamos diciendo que hay motivos para tener ese miedo. Es más adecuado, quizá, ayudarle a comprobar que no pasa nada, que los demás no le rechazarán, por tanto, intentar que se acerque cada vez más a sus compañeros, amigos, o situaciones sociales. Otro caso podría ser seguirle el juego a niños que presentan rituales, como por ejemplo el rezar pensando que no les pasará nada a sus padres, porque así le demostramos que la superstición sirve para que no ocurra lo que tanto teme y de nuevo se generalizará a otros miedos, con rituales cada vez más diversos.
Muchos padres que nos escuchan pueden decir: ¡claro, pero el problema lo sufrimos nosotros en casa y es insoportable, no podemos dejar que sufra tanto!. Es lógico que piensen esto, pues realmente hay casos en los que el problema es realmente abrumador y los padres se desesperan, pero debemos hacer un esfuerzo por nuestro hijo, ya que con esta actitud sí que se reduce la ansiedad del niño, pero sólo es momentánea, persistirá en el tiempo, se generalizará a más situaciones y personas, y esto sí que es insufrible.

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